viernes, 8 de abril de 2011


¡Luciérnagas! En el río las tinieblas pasan.

Kaga No Chiyo

lunes, 4 de abril de 2011





El hombre es parte de la familia de las luciérnagas: un gusano que se transforma en luz cuando ama.

Lucian Blaga

domingo, 30 de mayo de 2010




PALABRAS PEQUEÑITAS

Luces verdes
iluminan bosques diminutos.

Luciérnagas
que revolotean entre las palabras.

Palabras breves,
de una sola sílaba,
que se desperezan deslumbradas,
y ruedan perezosas sobre los tréboles.

Solo basta alargar la mano
para coger la que necesitas:

Sed,

sal,

mar,

luz,

paz…

Pequeñas,
redondas,
brillantes…

La luz verde
indica que están libres.

Y vuelan,
cada una iluminada por su luciérnaga,
entre el bosque de palabras pequeñitas,
para dejarse atrapar
por quien busca la palabra.

María Jesús Sánchez Obeso

lunes, 17 de mayo de 2010

Se enciende
tan tenuemente como se apaga:
una luciérnaga.

Chine

jueves, 13 de mayo de 2010


Luciérnaga

Porque soy niña
que mira hacia el cielo
y se sorprende,
con el vuelo de las aves
y el brillo de las estrellas.

Porque soy tu amiga
porque soy ella...
y porque llevo
una alianza de oro,
en mi mano izquierda.

Porque soy mujer
porque soy pequeña
y porque aún conservo intacta
en mi alma,
la inocencia...

sé lo que harás
para que yo te vea:

Volarás ante mis ojos
disfrazado
de luciérnaga.

Sinda Miranda

martes, 4 de mayo de 2010


LA SOLEDAD DE LAS LUCIÉRNAGAS

Cuando ese sol cansado
pinta de rojo y luz la última nube,
cerrándole los ojos a las horas
y llega el frío gris sin tus palabras,
como zarza que ata
entre su calcinado corazón
a fuego y viento,
mi silencio se oscurece y se quiebra
bajo el peso sin voz de los recuerdos
buscando ya sin rumbo algún camino
en el viejo cajón de la memoria,
esta noche sin ti,
mirando la cercana soledad
de una luciérnaga.

Eusebio Ruiz




HAY SERES DE LUZ

Hay seres de luz
atravesando impasibles
el ancho de nuestros caminos.
Se nos abalanzan inesperadamente
sobre el largo de las coordenadas
y siguen su prefijado rumbo.
Luciérnagas.
Ellas rasgan el oscuro
vientre de la noche.
Acaban con su preñez de siglos.
Y hay, por supuesto,
libros luciérnaga
de poemas luciérnaga
con versos luciérnaga.
A ellos acudimos en ocasiones,
y, despojados de prejuicios
nos zambullimos dentro
de su reparadora fosforescencia.
Conocí una vez

a una mujer luciérnaga
que iba pariendo luciérnagas
en el corazón de los hombres.
Luego, iban creciendo
y transformándoles el corazón.
Se les veía en las luciérnagas de los ojos

Armando Vega